sábado, 28 de mayo de 2016

Mi yegua

No relincha mi caballo,
el del pelo plateado,
no lo veo galopar,
se siente viejo y cansado.

Ya no puede caminar,
no le hace caso a mi yegua,
antes no le daba tregua,
y a sus potrillos trotar.

Relincha y llora mi yegua,
sácame de este lugar,
que unas extrañas figuras,
me quieren inseminar.

Trae aquí a mi caballo,
el que fue siempre mi dueño,
me montaba como un rayo,
desde que éramos pequeños.

Juntos iremos al valle,
y estaré siempre a su vera
a esperar hasta que acabe,
nuestra linda primavera.
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martes, 24 de mayo de 2016

Prisionero de los sueños

Oí el suspiro del eco,
y sentí en mi corazón una pena muy extraña,
me robaron la alegría
y capturaron su alma.

Veo un cuerpo radiante,
privado de amor y anhelo
una Venus deslumbrante,
con su ventana en el cielo.

La sigo viendo sublime,
fuera de mi realidad,
debo estar aun soñando,
o es que era muy real.

Siento frio en el silencio,
que aprisiona al corazón.
en su palpitar celeste,
la estrella se oscureció. 
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sábado, 21 de mayo de 2016

Un bacalao de Bilbao

Un pescador de Bilbao,
ha pescado un bacalao,
El bacalao le suplica, ¡déjame libre!,
soy del "bocho" me llamo Endika.

Te conozco bacalao,
aunque vayas disfrazado,
eres una buena pieza,
te llevaré con mi esposa,

que te corte la cabeza,
y ahí quedará la cosa,
dará alivio a tus penas,
y nos servirás de cena.

Triste de mí,
porque en Bilbao nací,
su voz llorosa y de suspiros llena,
para dar consuelo a su tenaz condena.

Bacalao, mal soldado,
te rindes a tu conciencia,
y en el silencio de la nada,
encuentras la complacencia.

La conciencia nos condena,
y si no le doy perdón,
sentiré tal compasión.
que me ahogaré en su pena.
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miércoles, 18 de mayo de 2016

Pobre corazón

Corazón madrugador,
se helaron tus huesos,
al perder la ilusión,
la esperanza de unos besos,

Sueña la aurora celeste,
entre nubes de locura,
donde su deseo crece,
y se agita la ternura.

A la cumbre de sus pechos,
escalando beso a beso,
dulce gloria, corazón,
se desnuda ante mi voz.

Una noche silenciosa,
una primorosa estrella
muy rica y más gozosa,
misteriosa mujer bella.

Que mi corazón no crea,
que el amor no resucita,
volverá cuando la vea,
se alzará el alma marchita
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lunes, 16 de mayo de 2016

La calandria y el ruiseñor

Jubilosa la calandria,
da un piquito al ruiseñor,
ella regala sonrisa,
el trae en su pico una flor,

Calandria y ruiseñor,
salen del nido al albor
no quieren que sus amores,
sean cotilleo de pastores.

Aborrecen que un tercero,
el jilguero…
se entere de su romance,
y les ponga en un trance.

Componen las melodías
Llenas de trinos y magia, 
seductora compañía,
con tonos que nos halagan.

La afinidad entre dos aves,
por su canto bendecidas,
con sones dulces suaves.
que dan sentido a la vida.
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jueves, 12 de mayo de 2016

Azabache

De pelo negro azabache como la noche, 
brilla en sus ojos el cielo, 
su hermosura un derroche, 
funde al frío que helaba al hielo.

La brisa nocturna crece,
en sus labios rojos fuego
con el viento que la mece,
cuando iniciamos el juego,

Noche llena de ventura,
de ese amor oscuro ciego
de ébano su escultura,
allí me prendió su fuego.

La cicatriz de una idea,
colgada de la almohada,
hipnotizan las miradas,
donde mi bandera ondea.

Descubrí el amor carbonizado y vivo,
atraído por la hoguera del deseo,
perfumada marea de un amor furtivo,
sofocado en las llamas del jadeo.
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lunes, 9 de mayo de 2016

Los espinos serán mi testigo



Os voy a contar una historia que me contaron a mí cuando era pequeño.
Érase una vez dos amigos, Elías y Dimas, dos tipos muy inteligentes y bien parecidos, habían montado un negocio, “una empresa frutícola” con buenos productos muy apreciados en los mercados, con el tiempo se hicieron ricos,
daban trabajo a mucha gente y los vecinos del lugar estaban encantados con ellos.
Si tuviera que poner alguna pega diría que los dos estaban enamorados de la misma mujer, Sara y eso era un problema que tenían que resolver.
Las vibraciones de uno y otro con Sara eran distinta, para ella Elías era un amigo entrañable y Dimas era fuego abrasador le hacía vibrar su corazón y Elías lo notaba.
Sara era una joven muy hermosa de rostro angelical, de mirada tierna, labios carnosos y cuerpo llamado para pecar,
Los celos estaban acabando con la paciencia de Elías, ya no aguantaba las muestras de cariño de Sara con Dimas.
Un día Elías llegó al campo un poco bebido y se dirigió a Dimas de mala manera diciéndole que Sara era suya y que si no se apartaba de su camino tenía los días contados, a lo que este respondió que Sara tenía la última palabra. Sin esperarlo recibió un golpe en la cabeza del mango de un azadón que empuñaba Elías, causándole la muerte, en el momento que expiraba un viento huracanado arrastró un manojo de espinos y Dimas señaló a estos diciendo: “Los espinos serán mi testigo”.
La muerte de Dimas consternó al pueblo, causó mucho revuelo y habladurías pero un jornalero a cambio de dinero acreditó la versión de Elías “una mala caída“ y todos creyeron en la fatídica muerte.
Con el tiempo Elías y Sara se casaron, tuvieron hijos y vivieron felices.
Un día estando los dos disfrutando de una comida en el campo, vieron cómo se complicaba el día con un viento huracanado que arrastraba malezas y entre ellas un manojo de espinos, Elías al verlo pasar emitió una sonora carcajada, ella le preguntó que le hacía reír tanto, (él se sentía tan seguro de Sara), que le confesó la fatídica historia y el precio tan alto que pagaron por disputarse su amor, también le mencionó el testigo de cargo, un manojo de espino.
Sara asustada y sorprendida cayó en una profunda depresión y  poco a poco sus relaciones se fueron distanciando, la situación se complica de tal manera que llegan a odiarse.
Un día Elías la amenazó diciéndole que si contaba lo sucedido lo pasaría muy mal, ella ante tal amenaza denunció los hechos y Elías fue juzgado y condenado. 
Nico Pozón Requejo

lunes, 2 de mayo de 2016

La noche se mueve ( el botellón)

Tomada de la red
La noche se mueve,
el cuerpo pide diversión,
se inaugura el botellón,
bebe que la vida es breve.

Fiesta y más fiesta,
a ritmo de canción,
de súbito se atesta,
se huele la tensión.

Los rostros se acentúan,
el sueño lame nuestros pies,
la música fluctúa,
con vaivenes de íntimo estrés.

Se desatan las palabras,
devorando hasta la última gota de alcohol,
crece el tiempo antes del alba,
aún el cuerpo me pide diversión.

Despídete de la noche,
no quiero ser esclava de tu colección,
un frenético delirio, pone el broche,
al penúltimo arrebato de pasión.
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